Las evidencias del proceso evolutivo , son las pruebas que los científicos han reunido para demostrar que la evolución es un proceso característico de la materia viva y que todos los organismos de la Tierra descienden de un antepasado común universal.
El estudio de las áreas de distribución de las especies, muestra que cuanto más alejadas o aisladas, más diferentes son las especies que las ocupan. Los organismos comparten una gran cantidad de similitudes morfológicas.
Los estudios anatómicos también permiten reconocer en muchos organismos la presencia de órganos vestigiales, que están reducidos y no tienen función aparente, pero que demuestran claramente que derivan de órganos funcionales presentes en otras especies.
La embriología estudia las distintas etapas embrionarias de diferentes clases de animales. Se ha encontrado que en las primeras etapas de desarrollo, muchos organismos muestran características comunes que sugiere la existencia de un patrón de desarrollo compartido entre ellas lo cual demuestra la existencia de un antepasado común.
Los fósiles constituyen la evidencia paleontológica del proceso evolutivo. Comparando las especies de ahora con las ya extintas pueden saber a los linajes de los que una u otra pertenecen. La paleontología tiene limitaciones, es particularmente útil solo en aquellas especies que presentan partes del cuerpo duras.
Otra aproximación más reciente es el estudio de las similitudes bioquímicas entre los organismos. Por ejemplo, las comparaciones del ADN humano y del chimpancé ha confirmado una estrecha similitud entre las dos especies y han arrojado luz acerca de cuando existió en ancestro común de ambas.
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