Antes de que la geología se convirtiera en una ciencia, a principios del siglo XIX, tanto las religiones occidentales como los científicos descontaban o condenaban de manera dogmática y casi unánime cualquier propuesta que implicara que la vida es el resultado de un proceso evolutivo. Sin embargo, a medida que la evidencia geológica empezó a acumularse en todo el mundo, un grupo de científicos comenzó a cuestionar si una interpretación literal de la creación relatada en la Biblia judeocristiana podía reconciliarse con sus descubrimientos .
Algunos geólogos siguieron justificando la evidencia geológica y fósil sólo en términos de un Diluvio universal.
Este debate temprano acerca de la validez
literal de la Biblia no se llevó a cabo tras puertas cerradas, y
desestabilizó la opinión educativa en ambos continentes. Eventualmente,
instigó una contrarreforma que tomó la forma de un renacimiento
religioso en ambos continentes.
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