viernes, 13 de diciembre de 2013

Selección sexual y altruismo

Darwin concluyó que si bien la selección natural guía el curso de la evolución, la selección sexual influye su curso aunque no parezca existir ninguna razón evidente para ello.
Para Darwin, la selección sexual incluía fundamentalmente dos fenómenos: la preferencia de las hembras por ciertos machos (selección intersexual, femenina o epigámica) y, en las especies polígamas, las batallas de los machos por el harén más grande (selección intrasexual).
Se ha argumentado que Wallace propuso por primera vez que los machos con plumaje brillante demostraban de ese modo su buena salud y su alta calidad como parejas sexuales. De acuerdo con esta hipótesis de la «selección sexual de los buenos genes» la elección de pareja masculina por parte de las hembras ofrece una ventaja evolutiva.
De acuerdo con el principio de Darwin/Wallace la selección natural actúa sobre las diferencias en el éxito reproductivo de cada individuo, donde el éxito reproductivo es el número de descendientes vivos producidos por ese individuo durante toda la vida. Hamilton  amplió esta idea e incluyó los efectos de el éxito reproductivo de los familiares del individuo: la aptitud inclusiva es el éxito reproductivo de cada individuo, más el éxito reproductivo de sus familiares, cada uno devaluado por el correspondiente grado de parentesco.  
El altruismo es el comportamiento que aumenta las probabilidades de supervivivencia de otros a costa de una reducción de las propias.
 


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